Allí estaba él, siempre traginando, de aquí para allá. pero no era siempre así, había un tramo bastante largo del día que desaparecía, pero luego afortunadamente, volvía para observarnos, para comprobar que estábamos allí y le veíamos respirar tranquilo.
Habíamos perdido la noción del tiempo, las incontables horas que pasábamos aquí todos juntos, recordando cuando llegamos, unos antes que otros, irremediablemente nos hacíamos mayores, ya no teníamos la presteza y agilidad de antaño, las grietas se hacían visibles y nos temíamos que con el paso de los días quizás prescindirían de nosotros.
Recordamos hace unos años, como nuestro alrededor cambió, nos acomodamos en otros aposentos, mas nuevos, con esa olor inconfundible de que está todo por empezar, nos volvimos a sentir importantes, estábamos a la vista, observando el ir y venir de personas desconocidas pero que al final, nos hicieron sentir realmente bien pues no dejaban de admirarnos.
Y es aquí donde, ahora estamos desafiando al tiempo, y a unos nuevos inquilinos que parece ser nos quieren robar protagonismo, con sus destellos,teclas, colores y ruidos, pero todos nosotros sabemos que él, nos tendrá un sitio preferente, un lugar en el cual envejeceremos juntos.
Dedicado a mis primeros libros, los cuales nunca me desprenderé de ellos-
Este relato bien podría servirte para este jueves en el que Sindel nos ha propuesto algo que va muy acorde al tema, jajaja, yo había pensado escribir sobre mis libros, mmmm, tendré que cambiar el registro, miles de besosssssssssssss
ResponderEliminarBueno, si, verás el caso es que se me olvidó poner en el encabezamiento de esta entrada que este relato es para los jueves, en fin, que tuve esta idea la plasmé no sea que se fuera al limbo, y la escribí con esa intención.
Eliminarsaludos.......
Jajaja, para que veas que ni falta hacía que lo pusieras, vengo de casa de Sindel, empiezo a leer y me he dicho, ehhhh, que esto ya lo he leído!!!, sabes una cosa?, creo que las nuevas generaciones no van a entender ese apego que le tenemos a los libros, ellos están ya acostumbrados a usar una pantallita, no crees?, miles de besosssssssssss
EliminarDebo reconocer que yo también tengo debilidad por mis libros, tengo muchísimos, algunos son herencia de mis padres y abuelos, otros los fui comprando, o me los han regalado. Cada tanto los vuelvo a leer. Ya no tengo espacio físico para acomodarlos, pero a la hora de deshacerme de algo nunca elijo un libro.
ResponderEliminarMuy lindo tu texto, gracias por participar.
En un rato comienzo a publicar los relatos que me van mandando para que comencemos a leernos.
Un abrazo.
Realmente apasionante la compañía de los libros. Me cuesta una enormidad desprenderme de mis libros. Tan sólo lo hago y con gran pesar, cuando alguien me pide alguno para leerlo. A veces los regalo pero, si los presto, sufro ante la incertidumbre de recuperarlos.
ResponderEliminarMe ha gustado tu entrada, escrita en primera persona por esos libros que tantos gratos momentos nos proporcionan.
Un abrazo.
Encantador tu relato Julian, muy bien contado y con mucho sentimiento. Los libros que leímos de pequeños, ¡mira que cuesta desprenderse de ellos!, en realidad es algo casi imposible. En el mio también hay algún libro de por medio. Y la anécdota puede que te suene.
ResponderEliminarCompruebo encantado que definitivamente le estás cogiendo gustillo a esto de escribir y actualizar el blog, jejeje.
Saludos jueveros.
Hay algo mágico en el olor de los viejos libros, en su textura pero sobre todo en las sensaciones que nos provocaron mientras los leiamos, lo que aprendimos y lo que olvidamos...
ResponderEliminarUn beso
Julian, das voz a los viejos libros, algo parecido algo yo.
ResponderEliminarEsos libros amados, cuyas hojas adquieren un pátina ocre, nos acompañan para siempre, son imprescindibles, venerados y amigos que nos ofrecieron y nos ofrecen tantísimo, nada, ningún nuevo aparato con teclado, luminoso, cantarín, podrá suplantarlos. ¿Cuántas veces, de nuevo, acudimos a ellos?
Besitos.
le hemos dado voz y protagonismo a unos libros...las personas, los lugares adquieren así como una importancia lejana...aunque, la verdad...
ResponderEliminarme hace gracia el hecho de pensar en esa posibilidad remota, esa posibilidad d epoder saber qué demonios piensan los objetos que nosotros hemos ido coleccionando y colocando en un sitio determinado...ay, si pudieran hablar...claro, que la literatura, o nuesra imaginación, en este caso la tuya, puede lograr eso y mucho más...
me gusta esta visión tuya del tema propuesto por sindel...no somos nosotros los protas, son los objetos. es un giro inesperado al tema de esta semana...
medio beso, julián.
Pues aquí estoy, una nueva comentarista...
ResponderEliminarCreo que si existe un almacén de papel de todas las épocas y generaciones, está en mi casa. Es difícil decir que he tirado un par de libros en mi vida. Desprenderme del papel es como si me quitasen algo de vida.
Mis primeras lecturas, unos enormes cuentos de Grimm ¡Qué recuerdos!
Últimos libros? Los que me llegan de Grecia y que conservo como oro en paño, o como libro en mis entretelas.
Un abrazo.
Siempre hay algún objeto que nos acompaña en la vida y sentimos entrañable. En el caso de los libros -al menos para quienes disfrutan la lectura- al cariño propio por el tiempo compartido, se le agrega la magia y el poder de volar que ellos nos revelan!
ResponderEliminarun saludo juevero!
Gracias por vuestros comentarios, espero estar a la altura, cuando entre a vuestros blogs a comentar, que creo que es la parte más dificil, de todo este jaleo juevero, leer con atención, repetirlo si es preciso y acertar....
ResponderEliminarsaludos
Un entretenido y entrañable relato, donde todos tomamos partido por los libros... ¿por qué será? por lo visto somos unos adictos a la lectura y al soporte papel incurables!!!! yo por lo pronto adhiero a la causa, también.
ResponderEliminarun fuerte abrazo y mis congratulaciones por tu relato.
Comparto también contigo ese apego a los libros y yo he confesarte que aún tengo muchos de los de texto y los de lectura que empecé a comprarme desde los quince años con mi dinero: el que ahorraba de la paga que me daban mis padres y que yo no gastaba ni en chucherías ni en el autobus, siempre iba andando a todas partes a no ser que lloviera "a cantaros".
ResponderEliminarUn abrazo Julián.
Yo también tengo unos pocos objetos de culto como los tuyos, porque los libros son eso, unos objetos que les coges cariño, y si te lo hacen pasar bien, pues aún se hacen más imprescindibles e inolvidables.,
ResponderEliminarUn abrazo juevero.
Si definitivamente hay objetos muy especiales, en este caso os libros que de alguna forma nos suelen hacer compañía o nos dan otra forma de mirar el mundo
ResponderEliminarEsos libros, que aunque ajados siempre conservamos porque forman parte de nuestra vida, y sin ellos no seríamos los mismos.
ResponderEliminarUn saludo
Los libros hablan por partida doble. Dicen lo que llevan en su interior, (por algo son libros) y cuentan lo que sucede a su alrededor, (por algo son objetos presenciales).
ResponderEliminarOriginal relato y original enfoque.
Abrazos
Imposible desprendernos de ellos,son parte de nosotros. Y todos los que conservamos, han dejado una huella en nuestra alma. Por eso siguen ahí, esperando el momento en que volvamos a acariciarlos y a pasearnos pos sus letras.
ResponderEliminarPrecioso relato, Julián.
Maat
estuve a punto de escribir (si bien con palabras distintas) el mismo relato. Yo llevo a todos lados mis cuadernos, escritos a mano... todo lo que alguna vez comencé diciendo, aunque después me digitalizé, está allí, en unos cuadernos que jamás quiero perder. un abrazo... me senti muy identificado con el relato :D
ResponderEliminarComparto estos tus objetos a los que tienes apego. Tampoco me puedo desprender de ellos. Esos primeros libros que me llevaron de la mano a otros mundos, otras personas... Inolvidable.
ResponderEliminarMuy bonito.
Me gusta la idea que planteas y el desarrollo. Buen homenaje a esos libros que nos han acompañado toda la vida.
ResponderEliminarSaludos.
Aquel que ha mamado la cultura del libro, no perderá nunca su amor por ellos a pesar de todas las innovaciones tecnologicas. Muy buena vision de los libros desde los estantes de la biblioteca.
ResponderEliminarUn abrazo
No sé por donde te encontré pero no quiero perderte
ResponderEliminarQué buena historia y que buen tema, sobre los mejores amigos que todos podemos tener. Vine a dejarte un afectuoso saludo, pues veo en casa de Jose Vte. tus preciosos dibujos. Te deseo que puedas ilustrar muchos libros, revistas, periódicos muy pronto y que puedas dedicarte solo a tus caricaturas, porque son muy buenas.
ResponderEliminarLos libros son un tesoro Julian, los mios siempre estan ahí a la vista, los tengo mimados y ellos lo saben,...por eso, a veces, se desvordan de la estantería...
ResponderEliminarBonito relato
Besos
No solo dibujas bien sino también escribes con mucho aceierto.
ResponderEliminarenhorabuena.
Tu amigo José Vicente nos ha mostrado tus trabajos.
un saludo
Gracias a todos por vuestros comentarios tan afectuosos sobre mi trabajo, la verdad es que estoy un poco sobrepasado, este amigo Jose en menuda historia me ha puesto, en fin, que me habeis subido la ilusión y creo que habra un DESPERTAR sobre mi futuros trabajos, claro que ello llevará implicito no estar mucho tiempo enganchado a internet.
ResponderEliminargracias de nuevo..